Como las vacas al tren
El otro día observaba el maravilloso paisaje de Baztan y las risas de una niña hicieron que girara la cabeza. Y me quedé mirándola: sus movimientos en el columpio, su risa sonora, sus manitas intentado escalar por lo que a mi parecer era una escalera imaginaria… y después de varios minutos mirándola y disfrutando, me vino a la cabeza:
“Te quedas mirando a la gente y a las cosas como las vacas al tren”
Esta frase me la han dicho mucho durante toda mi vida, incluso mi propia hija. A veces, es tal el embelesamiento, que se me queda la boca abierta. Hasta ese momento, hasta este domingo, me parecía un mal gesto, algo que tenía que corregir. Pero el domingo lo entendí: la vida está llena de belleza; en el paisaje que miraba, en las ovejas balando, en la niña riendo. ¿Por qué tengo que dejar de mirar? ¿Por qué tengo que dejar de disfrutar de esa belleza que me rodea?
Está claro que alguien me dirá: Porque es una falta de respeto.
¿En serio? preguntaré yo.
Una falta de respeto es tratar mal a alguien, insultar, ser desagradable… no sé, cientos de cosas, pero mirar y dejar que se te escape una sonrisita porque estás disfrutando con una escena llena de vida, no me parece que sea una falta de respeto.
Pero como en todo en la vida, en esta vida que nos ha tocado vivir, evoluciona y lo hace hacia los extremos.
Miradas malhumoradas que necesitamos apartar
Miradas lascivas que no queremos sentir en nuestra piel
Pero estoy segura, que antes, cuando el ruido era menos ensordecedor, mirar con la boca abierta valía para aprender, para compartir los unos de los otros.
Mirar y amar
Mirar y aprender
Mirar y compartir
¿Y a ti, te gusta observar como las vacas al tren? ;-)